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lunes, 11 de abril de 2011

Presión

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Lentamente subió las escaleras que conducían a la tarima del escenario. Tras ella no sólo iban sus compañeros, sino también miedo, angustia. Se puso en posición y oyó que su compañero empezaba a hablar. No se atrevía a levantar la vista de las tablas que componían el suelo. Notó como el nudo que le apretaba el estómago era cada vez más y más fuerte. La angustia que mentalmente sentía se convertía en angustia física, que le provocaba arcadas que luchaban por salir.
Era su turno. No sabía cómo, pero lo sabía. El texto se había borrado de su mente, las rodillas le temblaban, las manos le sudaban, todo por el miedo a no hacerlo bien. Intentó levantar la vista, mirar al público, pero el suelo la atrapaba como si tuviera un atractivo irresistible del que era imposible escapar. El público, sus compañeros, callaban expectantes. Sentía sus miradas clavadas en ella. Se le había olvidado qué hacía ella allí. ¿Qué sentido tenía estar allí subida, representando un papel irreal, creando una ficción imposible? ¿Qué intentaba demostrar? Se replanteó todo cuanto había hecho hasta ahora en su vida. Sentía que sus nervios tiraban de ella hacia fuera de la sala, como si no hubiera más camino para salir corriendo y huir de ese miedo al fracaso, esa vergüenza, ese nerviosismo, en definitiva, que la había clavado en el suelo como las raíces clavan un árbol en la tierra.
Por fin se atrevió a levantar la mirada, y lo que encontró aún apretó más el nudo que oprimía la boca de su estómago. Cientos de ojos la observaban, cientos de oídos esperaban escuchar esas palabras que ella no encontraba. Cientos de leones esperaban para devorarla.
Y de repente, una luz surgió en su cabeza. Las palabras fluyeron solas como el agua, como tantas veces había ensayado, y esas palabras liberaron las cadenas que ceñían su estómago, y su alma, para poder por fin olvidar su miedo y su vergüenza, y arrancar al público, que esperaba como hienas hambrientas tan sólo un fallo para acabar con ella, la ovación por la cual le encantaba dedicarse al teatro, a pesar de los hierros que se le clavaban cada vez que subía al escenario.

1 comentario:

  1. el pequeño artista que llevo dentro se ha sentido identificado :D

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